Chile ayuda a Chile

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sábado, diciembre 31, 2005

DESCARTANDO MITOS: CHILENO/A SOLIDARIO/A


A muchos sorprendió ver en las noticias el caso de la señora que mandó, supuestamente, 500 cartas al viejo pascuero para que le llegaran regalos, y el posterior desfile de vehículos de personas bien intencionadas que iban a dejar dicho regalo de acuerdo a lo planificado por la campaña solidaria que hace Correos de Chile. De acuerdo con lo que se describía en los noticieros de TV, pareciera que al viejo pascuero se le hizo un hoyo en el saco justo cuando iba pasando por ahí y cayeron más regalos de los que debieron haber caído. A ese hogar se le apunta con el dedo como la gente fresca que se aprovecha de la solidaridad de los chilenos. Con esto yo estaría de acuerdo sólo con la parte de “la gente fresca” que aunque es bueno que reciban la sanción moral de la comunidad, puede ser excesivo una “cacería legal” ya que es primera vez que se da un hecho de tal magnitud.; pero pienso que no se puede decir que los chilenos sean solidarios.

Pienso que este hecho de las cartas al viejito pascuero es lamentable así como curioso. Curioso por el hecho del despliegue de creatividad que supone escribir más de 50 cartas distintas con peticiones, y la voluntad de gastar tiempo, lápiz, papel y, quizás, sobres también, lo cual supone que se puede tratar de una inversión más que simples peticiones. (Ah, no es que falte un cero – al número 50 - y haya tipeado mal el número, pienso en 50 cartas, considerando que este tipo de informaciones, que se transmiten de persona a persona y que luego llega a la prensa, se ve afectada por un grado de exageración propio de la idiosincrasia nacional, el cual debe haber hecho que se dijera que fueron 500 las cartas escritas). Algunas cartas iban con fotos y todo. Harta elaboración. Y hartos regalitos. Y seguramente hubo muchos que deben haber pensado “como no se me ocurrió a mí” o “por qué no me atreví a hacerlo” o “al próximo año haré lo mismo pero más ‘piola’ (discretamente) pa’ que no me cachen (descubran)”. Pero creo que esto es lamentable ya que esto puede entorpecer campañas solidarias y caritativas de este tipo. Ello porque el chileno no es solidario como lo quiere establecer el mito. Eso de la solidaridad de chileno es mentira, una gran mentira que quien sabe de donde salió y que se ha instalado ya en la cabeza de harta gente en nuestra sociedad.

La extrañamente llamada “solidaridad del chileno” es una tendencia muy débil y tenue a ayudar a otros que se encuentran en una peor condición de existencia que la propia, tendencia que es activada tras fuertes campañas de concientización y posesión de una determinada virtud (en este caso, solidaridad o caridad disfrazada de solidaridad, así como el patriotismo – suponiendo en este caso que es virtud – u otro sentimiento noble o ‘humnao’). Es como la llama de un fósforo que hay que proteger del viento y que dura tan poco que debe ser encendida una y otra vez según los requerimientos de las circunstancias. Si los chilenos fueran solidarios no sería necesario que todo el tiempo alguien nos estuviera reafirmando esa característica. En Chile, la solidaridad es un bien bastante escaso y por eso hay que cuidarlo y eventos como el lote de cartas de una misma caza al viejo pascuero pueden afectar con aquello, aunque algunos digan que no (por el hecho de creer en el mito del chileno solidario).

El mecanismo de activación de solidaridad o caridad se pone en marcha en situaciones de catástrofe o en campañas de solidaridad que cuentan con la legitimación de la sociedad y con cierto prestigio social como son el caso de la Teletón y algunas que organiza el Hogar de Cristo, las cuales si fuesen organizadas por otra institución no tendrían el mismo éxito. Este mecanismo consiste en un gran marketing social que busca sensibilizar a la gente. Como no basta con ver una vez el sufrimiento se hace una exposición reiterada del sufrimiento de la gente (por ejemplo, cuando hay inundaciones). Sin ese marketing social y sin ese bombardeo excesivo de información mezclado con frases que invitan a la solidaridad, emitidas por referentes válidos para la sociedad (en este caso actores de televisión, algunos deportistas y farándula en general), mensajes que buscan que se tome conciencia y así movilizar a la gente para la ocasión. Eso sí, en estos mensajes que son coyunturales se hace, tímidamente, una reflexión que concluye que la ayuda debiera ser sostenida y no sólo para estas ocasiones. Se muestra sistemáticamente el daño físico y emocional. En la mayoría de la población esto despierta la caridad de la gente pero no la solidaridad. Ello porque uno es solidario con los que considera iguales, con el resto es caritativo. Y lamentablemente se confunde la caridad con la solidaridad. Ninguna campaña’solidaria’ de las que se hace en nuestro país deja la idea de que como seres humanos somos todos iguales, no es este el valor que se transmite, sino mas bien que hay que ayudar al otro ‘distinto de uno’ que es desafortunado, pobre, etc. (cualquier característica o concepto que implique alguna forma de inferioridad). Pero no profundizaré más en ese aspecto por temor a irme por las ramas. Volviendo a lo de la solidaridad del chileno, en nuestra vida cotidiana podemos ver que es un mito, por ejemplo cuando viajamos en micro y vemos como todos andan a empujones para poder subirse o en su interior nadie cede el asiento a quien lo necesita usar o no facilitan el paso de quien desea bajar, o en la calle cuando alguien se cae nadie le ayuda a pararse o el típico automovilista que le echa el auto encima a uno. Ejemplos hay muchos y sólo hace falta una pequeña revisión. Son escasas las personas que buscan ayudar a otros, que se mueven de forma solidaria sin mediar campaña o con escasa exposición a material informativo (sin sensacionalismo) que de cuenta del sufrimiento ajeno. Son pocos que ven en otro ser humano un similar por su condición de ser humano (yo debo reconocer que soy parte de la gran mayoría que carece del sentido de la solidaridad, sin embargo, esto no me inhabilita para hacer análisis sobre la solidaridad).

Es por el hecho que el chileno en general no tiene nada de solidario (tal vez hay varios chilenos caritativos) salvo pocas excepciones, que el abuso de campañas solidarias de alguien que se dio el trabajo de pensarlas y planificarlas, así como de conseguir apoyo para su ejecución, las puede afectar, pues hay que considerar además, que en Chile, sobre todo en las ciudades, las personas son bien propensas a la desconfianza, la cual siempre conspira contra la buena fe que alguien pueda albergar en sí mismo. El aprovechamiento indebido de este tipo de iniciativas afecta a la poca solidaridad que hay en el país así como a los esfuerzos por activarla. Cualquier justificación para no ser solidario se adopta con gran facilidad. Por ello esta delicada tendencia leve a la solidaridad debe ser cuidada y la comunidad ha de ver en estos momentos como se restaura la confianza, si es que le interesa. En otras palabras, hay que cocer el agujero en el saco del viejito pascuero para que todos los regalos puedan ser compartidos a quien corresponde; porque la solidaridad, en una sociedad capitalista como en cualquier tipo societal, es uno de los mecanismos de redistribución de recursos e ingresos. Alterar estos mecanismos, sobretodo cuando son escasos, afecta al buen funcionamiento de la sociedad, tejido de redes sociales, establecimientos de relaciones de confianza, etc. ya que se niega la igualdad por el hecho de ser humanos, el sentimiento de igualdad que implica el sentirse perteneciente a un grupo y la idea misma de comunidad.

Concluiré diciendo que la solidaridad, en este caso, implica no sólo dar a quien no tiene sino también permitir que llegue a todos los que no tienen porque se basa en la idea de igualdad.

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