Chile ayuda a Chile

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lunes, septiembre 13, 2010

EN TRÁMITACIÓN PROYECTO DE LEY QUE POIBILITA REELECCIÓN INMEDIATA DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

El 8 de septiembre de 2010 en la cámara de diputados se ha dado inicio a la tramitación de un proyecto de ley que propone modificar la constitución a fin de permitir la reelección inmediata del (de la) presidente de la república de Chile (aquí la propuesta). Llama la atención – bueno, en realidad no, es un decir no más – que la propuesta viene de aquel sector que esgrimía constantemente en campaña el argumento de la importancia de la alternancia en el poder.

La pregunta es ¿le conviene esto al país?

El argumento expuesto para la formulación de la propuesta es que en un periodo de 4 años no se puede hacer grandes avances y quedan truncados muchas veces los proyectos a largo plazo (siendo aquellos muchas veces impensables). Actualmente los proyectos de largo aliento encierran el dilema de que “nadie sabe para quién trabaja” en una lógica mezquina donde nadie quiere hacer labores para otros que nunca dudarán con atribuirse todo el mérito aunque lleguen sólo a cortar cintas inaugurales. Posiblemente eso se quiere evitar.

Sin embargo, en un país donde los partidos políticos están completamente desprestigiados y en que la política como institución o entramado de instituciones que permiten – o debieran permitir – la relación entre los ciudadanos y las autoridades y el Estado, la posibilidad de dicha reelección incrementaría los esfuerzos por potenciar el valor de la persona del presidente (en ese caso, a la vez candidato en campaña),y en el actuar de quien ocupe la presidencia; en detrimento de la ya desprestigiada y alicaída estructura de partidos políticos y de la política en general (cosa que no sólo pierde prestigio, sino que también significado para la ciudadanía) como institución.

Por lo tanto no conviene en estos momentos a la política chilena, ni al Estado, la reelección inmediata de un mandatario. Antes bien se debe trabajar en que las instituciones políticas y el aparato Estado funcionen como corresponde, independiente de cual sea el gobierno de turno.

sábado, abril 10, 2010

NECESIDAD DE ALIMENTO

Existe una discusión respecto a qué hacer con un alimento llamado Plumpy’nut, alimento terapéutico en base a pasta de maní que ha implicado un avance importantísimo para enfrentar el problema de malnutrición infantil en África. Dicha discusión está en si corresponde que un producto de estas características tenga una patente comercial, o bien, debiese levantarse para que más instituciones y empresas puedan desarrollar versiones del producto.

Por una parte, quienes desarrollaron el alimento y son dueños de la patente del mismo, la empresa francesa Nutriset, argumentan que las patentes sirven para defender la producción de este alimento en países pobres que se benefician de aquél, en los cuales cuentan con socios comerciales y con lo cual potencian dichas economías, etc. Por otro lado, organizaciones sin fines de lucro estadounidenses abogan por el derecho a producir este alimento, liberarlo de patentes, para que las organizaciones humanitarias de todo el mundo puedan acceder al mismo de manera más barata y se combata el hambre en el mundo de manera mucho más eficaz. Desde Nutriset se señala que de extender la producción a empresas estadounidenses (y a todo el mundo) sus socios comerciales en África simplemente no podrían competir y desaparecerían.

De este modo, el problema de las patentes evita que dicho alimento llegue a muchos millones de niños y niñas en el mundo.

De lo anterior se pueden deducir una serie de implicancias, y se puede temer por riesgos derivados del devenir al que una u otra posición en el mercado puede conducir: niños que siguen muriendo, dependencia económica a partir del problema de desnutrición, etc. Sin embargo, la discusión está puesta en el mercado de Plumpy’nut, y no en el hecho de que hay millones de seres humanos muriendo de hambre. En la disputa legal se presta atención exclusiva a las relaciones comerciales, a los diferentes tipos de vínculos en el mercado de los alimentos, a saber: relaciones entre países y entre empresas productoras y comercializadoras al interior de los mismos o de carácter internacional, a la posición de las organizaciones sin fines de lucro en el mercado de la ayuda humanitaria (pues aunque no tengan fin de lucro, deben generar su sustento, postular a proyectos y saber desenvolverse como agentes en un mercado capitalista, siendo así dependientes de las reglas del mismo), etc. discutiéndose cuál es la mejor estrategia de “chorreo” para aquellos ubicados al margen del mercado – los que aparecen sólo como datos anexos en el problema.

Quizás la discusión debiese no ser la posición y naturaleza del alimento en cuestión en el mercado de los alimentos sino la necesidad básica de comer de niños, niñas, jóvenes y adultos que no pueden satisfacerla. Sin embargo, quienes discuten están al interior de las fronteras del mercado y sus relaciones, están comiendo, y ni siquiera necesitan de este alimento terapéutico. El resto, quienes quedan fuera y para el capitalismo de hoy simplemente sobran – los beneficiados potenciales del producto en polémica – quedan invisibles a los ojos de los participantes del debate, pues en una sociedad de mercado ellos no compran, simplemente son receptores de caridad (y ojo, la caridad nunca ha sido integradora, sólo es una acción que mantiene claro el límite entre estar dentro y fuera del mercado).

¿Cómo sacar la discusión de las fronteras del merado, para que el eje de la misma sea el hecho evidente de que hay niños muriendo de hambre? Eso no lo sé. Requiere un examen más minucioso del problema, pues es complicado, por no decir imposible, ignorar los intereses de quienes defienden a diario su posición en los mercados – una necesidad que deben atender constantemente, dado que son conscientes que persiguen sus propios intereses y que otros actúan de igual manera intentando ocupar las mismas posiciones o alcanzar otras de mayor privilegio, bajo ciertas reglas que impiden grados mayores e intolerables de salvajismo – y para quienes, los intereses e inquietudes de quienes están afuera de los mercados simplemente no tienen efectos reales en el sistema (aunque se trate de necesidades tan básicas como comer), siendo imperceptibles.

El desafío parece ser visibilizar a quienes están fuera del mercado haciendo reconocible su condición de humanos y la necesidad de generar instancias independientes de toda relación mercantil para que puedan vivir de manera cada vez más digna. Y en este sentido, del dicho al hecho hay mucho trecho, porque queda mucho trabajo por hacer.

viernes, abril 02, 2010

¿DÓNDE SE ENCHUFAN LOS TERREMOTOS?

¿Dónde se enchufan los terremotos? Preguntó una de mis hermanas, de cuatro años de edad, a mi papá hace algunos días. Días antes había visto como él y su señora le explicaban que los terremotos son naturales, que la tierra se estaba acomodando… en fin, versión para niña pequeña.

Cuando me contaron esa anécdota me reí a carcajadas. Del mismo modo me sorprendí, y me llevó a reflexionar sobre cómo entendemos el mundo a partir de nuestra realidad más inmediata. La pregunta es inocente e infantil pero refleja una lógica impecable. Desde que ella nació ha visto que todos los aparatos de la casa son enchufados al tomacorriente para funcionar. De ese modo los ha visto en funcionamiento y les ha visto hacer distinto tipo de cosas. Algunos de esos aparatos, al momento de enchufarlos, los puedes encender e iluminan toda la habitación, en otros aparecen unas imágenes en movimiento y entretienen con caricaturas, hay otro en que uno puede poner rebanadas de pan y ¡salen tostadas y calientes!, hay uno al que le pones ropa en su interior, y como está enchufado al encenderlo suena y vibra… después de harto rato sale la ropa limpia pero mojada, de otros sale música o se escucha gente hablar, también ve como hay otro en que uno mete un plato con comida y ¡sale caliente!… Entonces, un terremoto, un movimiento vibratorio, tendría que ser posible gracias a que está enchufado a algo… La asociación, a mi parecer, es impecable. En su mundo ve que hay cosas que funcionan, y dado que su pensamiento abstracto es limitado, se ve obligada a asumir cosas como dadas; de esta forma, la energía eléctrica es algo eterno e inmutable, a lo que puedes recurrir en todo momento (salvo cuando hay apagones) y por cuyo origen desconocido simplemente no se hacen preguntas.

Para los adultos – o no niños – la situación es similar. También están entre sus herramientas de construcción de conocimiento y de aprendizaje la observación y comparación. Por tener un pensamiento abstracto más desarrollado se hacen preguntas que cuestionan los aspectos más abstractos y difíciles – o quizás imposibles – de aprehender de la realidad. Y hay cosas que no se pueden alcanzar, pero no asumen que no es posible saberlo y que posiblemente no sea mucho más importante que lo que compone la propia vida y relaciones, por lo que se idean respuestas y recrean simbólicamente lo desconocido para que sea imaginable, aprehensible… menos abstracto de lo que realmente es. Entre aquellos cuerpos de creencias están las religiones. Esas creencias comunes son un espacio común para poder hablar de lo abstracto y desconocido (de aquello a lo que se “enchufa un terremoto”) que “sabemos que existe” y que se presume es el origen de todo y lo que mantiene andando el universo pero que no se tiene idea de qué es. Claro, las religiones son complejas, y junto con ofrecer un medio de comprensión de la realidad – de la relación del mundo cotidiano y no tan cotidiano con aquello abstracto al punto de ser tan inaprehensible que a los niños no les preocupa por no ser de vital importancia para su felicidad, pero que a los adultos a veces les complica tremendamente – ofrece una serie de reglas morales de comportamiento para que la sociedad se ordene. Pero bueno, siendo fruto de la necesidad de comprender el mundo, es claro que el niño o niña, como ser humano, llegará en algún momento – salvo que su camino sea truncado por la superficialidad de su entorno, por respuestas prefabricadas cuyo deber será aprenderse, u otra situación de las tantas que toda sociedad ofrece – a necesitar explicarse aquello que en la niñez es indiferente.

Así como hay cosas que para el niño o niña no es necesario preguntarse, pues simplemente están, respecto de aquellas que sí es necesario hacerlo, preguntan. Lo hacen porque aquello se hace parte de su mundo, de sus juegos, etc. Y aquello lo entienden desde su persona y vivencia. Por lo general no asumen la actitud de observador externo, como puede hacerlo quien no es ya niño/a: en la comparación el otro es distinto de mí, lo otro es distinto de lo mío. He visto a mi hermana comparar objetos por sus colores, pero en la comparación siempre está la apreciación por el color que a ella le gusta más (el que es “más bonito” en sus palabras).

Si uno se fija bien, ambas diferencias expuestas arriba – la necesidad de explicar lo abstracto contra la no necesidad de explicarlo, y la comparación como observador externo contra esa imposibilidad o desinterés – son pequeños detalles en comparación con la infinidad de cosas parecidas entre niños y no-niños. A fin de cuentas, el adulto tiende a hablar desde su realidad, sus apreciaciones suelen ser más correctas que las de otros semejantes (sino me creen, pregúntenles a esos que hablan de superioridad racial, cultural, de costumbres, de creencias ideológicas, posiciones políticas… uff.. ¡hay un montón de cosas como esas!) y muchas veces una explicación sobre las realidades más abstractas son asumidas irreflexivamente, sin hacer ejercicio de abstracción ni intento de comprensión alguna (lo malo es que esta deformación de la actitud infantil lleva a peleas y serios conflictos en ocasiones…). En lo que adultos y niños se diferencian, no se diferencian tanto, y en lo que se parecen, se parecen harto… Quizás los adultos somos niños deformados y enredados… pero en ese tema no me voy a meter ahora.


lunes, febrero 08, 2010

¿DÓNDE SE LLEVAN A LOS NIÑOS DE HAITÍ?

El 12 de Enero, un terremoto en Haití provocó desastres que aun se hacen sentir y cuyos efectos se prolongarán en el tiempo. Me dio gusto el hecho de que el Estado de Chile, país que habito, reaccionara rápidamente, al igual que otras naciones Latinoamericanas, y enviara ayuda dentro de sus posibilidades; reacción más rápida y espontánea que la de muchas potencias económicas de nuestro planeta. Finalmente, la mayor parte del planeta se ha hecho de algún modo presente enviando ayuda. Asimismo, mucho se ha dicho de la necesidad de reconstruir la nación afectada por este desastre natural, de la necesidad de elaborar planes para ayudar a levantar la nación afectada. Sin embargo, lo que más se ha visto es el arribo de militares y fuerzas de seguridad las cuales, si bien son necesarias para controlar el caos que sobreviene a todo desastre de grandes proporciones, no es suficiente para atender las necesidades de la población afectada. Así como las fuerzas de orden extranjeras – como las de USA – se asientan en el país; crece, a nivel internacional, una necesidad de rescatar a los pequeños y pequeñas individuos – posiblemente los más afectados – de esa nación de la catástrofe y sus nefastos efectos: me refiero a los niños y niñas, que en el afán de protegerlos, medio mundo trata de sacar a los que más puedan de ahí. Incluso redes de tráfico de menores se han detectado, así como instituciones y organizaciones que operan en ese territorio, quizás con buen propósito, pero sacando provecho del vacío legal y social que existe con respecto a los niños y niñas en Haití, producto del terremoto, como factor que facilita sus buenas intenciones. De este modo, los actos bienintencionados han conducido – a mi parecer – a acciones aberrantes. Contraviniendo a toda idea de reconstruir el país, se está pensando en adopción masiva de niños a quienes, tratados como individuos que no tienen nada que ver con los tejidos y tramas sociales, se les quiere situar en otras familias sin tener en cuenta sus intereses y sin siquiera hacer un esfuerzo real por reubicar a sus padres u otros familiares. Y, por supuesto, sin preguntarse qué efectos puede tener en ellos el trasladarlos, de un momento a otro, desde su país a otro completamente distinto donde estará rodeado de desconocidos.


Lo anterior no es tan extraño. Los niños suelen ser considerados como algo anexo a la sociedad, una responsabilidad casi exclusiva de las familias; y, aunque paulatinamente han adquirido más espacio en el ámbito público, se piensa en ellos como seres que, amparados en la estructura de la familia y la escuela, se preparan para ser parte de la sociedad en un futuro (suelen ser “el futuro de” en vez de parte del presente). Es el olvido de que son parte de una sociedad, de que forman parte de un entramado social – por desfavorable que éste pueda ser – de que crecen en determinada cultura que inspira determinadas concepciones del mundo; en fin, aquel olvido de que son como cualquier ser humano sólo que más vulnerables en unos aspectos y más flexibles en otros, lo que conduce a pensar que un éxodo infantil masivo es hacer bien las cosas, al punto de considerar legítimos procedimientos ilegales.


Además, la idea del éxodo infantil – para que los niños, pequeños individuos que están en un “limbo” donde no son parte del mundo ni de entramado social alguno – junto con ser estúpida, es contraria a la idea de la reconstrucción del país. Por mi parte, pienso que los niños y las niñas representan una oportunidad más que un obstáculo en ese cometido. Una oportunidad en el sentido de que su cuidado, como actividad de la sociedad haitiana, como algo compartido por los ciudadanos y en colaboración de la solidaridad internacional concretada en ese mismo territorio, puede ayudar a reconstruir y fortalecer los vínculos entre sujetos, recomponer el entramado social que pudo verse afectado con el terremoto. El generar canales para la participación de los niños y niñas en espacios compartidos que no sólo sea para su cuidado, sino para aprovechar sus potencialidades (en la medida de las posibilidades de cada uno) puede ser otro elemento que contribuya a la reconstrucción de aquel país.


Más que sacar niños y meter tropas y comida, lo que debiese buscarse es generar las condiciones que permitan aprovechar todo el potencial humano, toda aquella vitalidad que busca superar las adversidades que se presentan por duras que sean. La historia tiene varios ejemplos de aquello. Hay naciones que han vivido situaciones sumamente duras y ahora son potencia o están bastante bien y que desde su experiencia como Estados también podrían contribuir. Pues, a fin de cuentas, pese al tremendo desastre ocurrido a Haití, no me parece justo ni conveniente dar al país por muerto y sacar a los niños que quedan para repartirlos por cualquier parte, sin considerar que tienen familia – y el derecho a estar con ella – y son parte de una sociedad.



miércoles, enero 13, 2010

SEGUNDA VUELTA ELECTORAL: FREI V/S PIÑERA

MEO; La invención de la prensa

Es increíble la importancia que la prensa le ha dado a MEO; y tanta fue que los mismos políticos fueron alimentando aquello y llenándose de temores y ansiedad por cada declaración, movimiento y sinsentido de aquel personaje. Y, como centro del espectáculo, manteniendo un suspenso que alguien más inventó – consciente o no – a su favor, MEO no se pronunció hasta el final por una tendencia que era evidente desde el primer momento: que votaría por Frei. Así, llegó hasta hoy, teniendo en ascuas a todos quienes sobrevaloraron su importancia. “Pero no hizo un llamado a sus seguidores para que votasen por Frei”. ¿Tiene, MEO, seguidores? Si los tiene, pues esos ya habían decidido su voto por Frei en 2ª vuelta desde antes que el ex candidato inscribiera su candidatura.

La prensa vio en la candidatura de MEO un importante fenómeno en términos electorales. Sin embargo, no fue más que un simple fenómeno de redistribución de votos (casi nadie se inscribió en el registro electoral motivado por el tan mediático candidato MEO), los cuales, en segunda vuelta, necesariamente volverían a sus orígenes: una porción a Piñera, otra mucho más voluminosa a Frei. Pues el voto por MEO era un voto que expresaba descontento más que la adherencia a un movimiento (si es que hubo tal cosa más allá del discurso). Es por eso que el ex candidato no puede llamar a sus electores a votar por un candidato: existe la posibilidad de que la ilusión de su liderazgo se desvanezca violentamente bajo el peso de los hechos el domingo 17. Hay que reconocer, eso sí, la astucia con la que ha utilizado MEO el poder que la prensa y políticos ingenuos le han otorgado todo este tiempo para poner en discusión algunos proyectos de ley.

Predicción de Segunda vuelta

El debate estuvo normal. No gozó de mayor gracia, pero ninguno de los candidatos dijo ni hizo algo estúpido. Y ninguno hizo tonterías grandes en la campaña de segunda vuelta. Como ninguno se atrevió a nada, es ilusorio esperar grandes cambios. Por otro lado, si examinamos el carisma de los candidatos se aprecia que Frei nunca lo poseyó mientras que Piñera, si lo tuvo alguna vez, se desgastó completamente tras casi 10 años como candidato presidencial. ¿Y quién ira a ganar? Antes de responder, invito a examinar – al menos tener presente – las siguientes reflexiones.

Si se hace referencia al contexto político, se ve que la diferencia primordial entre izquierda y derecha en Chile es la adherencia/no adherencia a Pinochet, quien muerto en persona sigue vivo en la política en el país, especialmente en una masa de votantes que no se renueva.

Si a este aspecto político se le suma una característica sociocultural de los votantes en chile: el hecho de que el electorado lo conforma una masa atomizada de individuos; se tiene, entonces, un electorado que va a estar poco influido por proyectos comunes (a fin de cuentas… ¿comunes con quién?). Es esa también la debilidad que tiene MEO para construir un movimiento: la considerablemente mayor parte de sus votantes fueron consumidores descontentos con las opciones a las que tendían siempre, no ciudadanos dispuestos a abrazar un movimiento.

Además de lo anterior, y teniendo en cuenta también la falta de carisma de los candidatos y la historia y trayectoria política y profesional-laboral de los mismos, así como de quienes los rodean, entra en juego también un aspecto psicosocial en juego: el hecho de que estas elecciones de 2ª vuelta estarán definidas principalmente por la sensación de asco, y no de admiración a la persona o de ideales político-sociales. Así, buena parte de votantes Frei serán sujetos que aborrecen la derecha o les da asco cualquier cosa que huela o se parezca algo a la dictadura militar y a Pinochet; y los votantes de Piñera sentirán lo mismo por aquello que les parezca a izquierda. Y hoy en día no hay ningún partido, movimiento o persona que pueda trascender esa sensación de asco. Por otra parte, Frei, casi invisible, y Piñera, que se paseaba en helicóptero por las poblaciones, no fueron lo suficiente agresivos ni entraron en la cantidad suficiente de descalificaciones para que aumentara el asco que alguien podía sentir por sus personas (pues bien sabido es que más asco da ver al que vomita que a aquel que le vomitaron encima).

Y son más – aunque no muchos más – los que sienten asco por la dictadura que los que sienten asco por una concertación que hace tratos con la izquierda extraparlamentaria que es casi invisible. Gran favor le hizo MEO a Frei al hablar de la dictadura y su atropello a los derechos humanos en la declaración de su postura.

Entonces, pienso que va a ganar Frei, aunque por una diferencia que no excederá el punto porcentual.


sábado, octubre 24, 2009

TIENEN HAMBRE

Leí en internet que hoy en día, un sexto de la población mundial está afectada por el hambre. A su vez, en el mundo se ha producido comida como nunca antes. El problema sería la falta de acceso al alimento, ya que en muchas de las regiones que este sobra hay hambrientos. ¿Qué es lo que no está funcionando? Sin pretender determinar nada, expongo algunas posibilidades:

Desigualdad de distribución de los recursos

No todos tienen el mismo acceso a bienes, tanto en cantidad como en calidad. Desde la revolución industrial, el acceso a bienes está, para la gran mayoría de la gente, dado por la posición que se ocupa en el mercado de trabajo. Pero en las sociedades de mercado, no todos los humanos participan del mercado, vale decir, no todos son parte de la sociedad. En sociedades con más recursos, algunos son destinados a aquellos que están al margen, en forma de bonos y similares, para poder acceder a un mínimo que sus ingresos por sí solos no permiten acceder. En el caso de naciones pobres, estar al margen es pasar – y morir de – hambre.

Prioridad política

La sana alimentación de la gente siempre ha sido considerada, en primer lugar, una responsabilidad individual. Esta creencia inhibe la voluntad política en los Estados, tanto para solucionar un problema interno como para prestar ayudas internacionales, convirtiéndose en este sentido la ayuda humanitaria en actos de caridad o de influencia internacional. La crisis económica evidenció un ágil despliegue de ayuda económica a bancos y grandes empresas que estaban por quebrar o que quebraron, sin escatimarse en gasto alguno. Por otro lado, disponer de armamento para cuidar las fronteras es otro ítem en el cual no se puede dejar de gastar. Así, el miedo del Estado (traspasable fácilmente a grandes masas a través de los medios de comunicación masiva) es más importante que el miedo individual de miles o millones a morir de hambre, temor inexistente políticamente, temor que no es traspasado al resto de la sociedad.

El mercado de los alimentos

El avance tecnológico ha permitido que se incremente la producción de alimentos. Pero dicho avance, lejos de estar orientado a la solución de un problema, parece enfocarse más bien en un potencial mercado donde “agentes filántropos” (Estados y otras organizaciones o poder económico privado bienintencionado) consumen por aquellos que no pueden en el mercado para hacer la transferencia a quienes se ubican al otro lado del borde del mismo. Un aumento de los precios de los alimentos (provocado por crisis, cuestiones climáticas o cambio de decisiones respecto al uso de la tierra cultivable, etc.) disminuye el poder económico para ayudar.

Sobras y desechos

¿Quién come todo lo que dispone para alimentarse? Posiblemente nadie. Siempre hay sobras. Y ese es un problema de “gestión” o utilización de los alimentos tanto en los hogares como a nivel social. No tengo idea de cuantos kilos de desechos alimenticios se generan por hogar al año, pero debe ser bastante, si consideramos que muchas veces van a parar a la basura: pan añejo, exceso de fruta y verdura que se pudre antes de ser comida, el resto de un plato de comida (un poco de arroz, fideos, salsas, etc.), alimentos mal cocinados (cosas que se queman o quedan crudas; situación tanto de hogar como de restaurantes, o fallas en el transporte de alimentos), los restos casi imposibles de rescatar que quedan en los envases, y un largo etc. Todo eso se va sumando, haciendo que, dado como están organizadas nuestras vidas, la alimentación de cada cual incluye un porcentaje de desecho de alimentos. Es decir, la eficiencia del ser humano moderno para alimentarse – o, siendo más precisos, consumir los alimentos – es, al menos, cuestionable. Si uno reflexiona sobre el tránsito y proceso que pasa cada cosa que consume para alimentarse, podría dimensionar cuanto se pierde en el camino al consumo, y en el consumir mismo de ese bien.

En este sentido, cada N cantidad de nutrientes consumidos, hay X desechados (alimentos que se convierten en basura). Si se aumenta los X desechados, se necesita incrementar los alimentos extraídos (de un mercado o de la naturaleza) para ingerir la N cantidad de nutrientes que el cuerpo necesita; si se disminuye los X nutrientes desechados, pues se necesita extraer menos cantidad de alimentos de la naturaleza, habiendo más de aquellos disponibles para los demás. Incrementando la eficiencia en los hábitos alimenticios, se dejan en el mercado – o en la naturaleza, si se prefiere – más recursos alimenticios para todos los demás, siendo aquello una parte de la solución al problema del hambre.

Concluyendo…

De este modo, el hambre es resultado no sólo de la decisión de los grandes poderes que “dominan al mundo”, no es sólo “cosa del mercado”; es también un asunto en que todos podríamos estar involucrados de alguna manera en nuestras costumbres, y en lo que hacemos por mantenerlas o cambiarlas.

viernes, septiembre 25, 2009

¿CUÁNTA ENERGÍA SE CONSUME….?

Me pregunto cuánta energía se gastará cuando usamos la TV en los momentos en que no obtenemos provecho alguno de ella, es decir, cuando se hace zapping, se exhiben comerciales, y todo aquello que no tiene que ver con lo que observamos o nos interesa. Ignoro si hay estudios (si alguien sabe, por favor, comparta la información).

Por ejemplo, puedo decir que un capítulo de dibujos animados ocupa media mas o menos media hora de tiempo para su exhibición en la TV, pero el capítulo dura, en verdad, unos 23 minutos, vale decir, hay 7 minutos perdidos (comerciales y otras cosas). Y el capítulo de una típica serie gringa, como “Los Expedientes Secretos X” o “Lost”, dura una hora de acuerdo a la programación televisiva, pero el contenido mismo no pasa los 45 minutos: 15 minutos perdidos en publicidad y estupideces. Y, por otro lado, quién sabe cuánto tiempo pierde cada sujeto cambiando de canal mientras busca y decide qué es lo que finalmente va a ver… Sospecho que eso se traduce en mucha pérdida de energía.

Y la desventaja no sólo está en el derroche de energía, ocupada en “hacer nada” (pues en esos momentos, uno no ocupa la TV). También implica perder tiempo. Al ojo, se podría pensar que alguien que ve TV dos horas al día pierde al menos media hora (suponiendo que ve cosas determinadas y no anda cambiando de canal). Y uno no elige cuando ver los programas, salvo que los dejen grabando para ver en otro momento.

Sin duda, si bien mirar TV es uno de los pasatiempos más fáciles en cuanto al esfuerzo personal requerido para llevarlo a cabo, es, al mismo tiempo, sumamente ineficiente en cuanto al aprovechamiento de la energía y el tiempo, y por ende, del poco esfuerzo personal que a ello se destina.

Lo anterior se hace más patente si se compara el ver TV con leer o hacer deporte (por ejemplo, jugar futbol). Estas dos ultimas actividades, junto con dar mucho más posibilidades de elegir cuándo se hace, permite el aprovechamiento de la totalidad del tiempo y energía invertido. Cuando uno lee, todo el tiempo se está aprovechando el libro (o lo que se lea) y se ocupa la vista, mente, y la luz del entorno, etc. para dicha finalidad y aprovechamiento personal; además, el uso de energía es reducido. Haciendo deporte, todo el tiempo se utiliza provechosamente la energía puesta en aquello, en cada segundo obtengo beneficios de la inversión de energía y tiempo, traducidos en las diferentes ventajas de la práctica de un deporte. En fin, si dedico dos horas a leer, estaré dos horas inserto en el contenido del libro; si hago deporte por dos horas, todo ese tiempo me estaré ejercitando. En ningún caso pierdo media hora.

Aunque ver TV puede ser más fácil y requerir menos esfuerzo personal, en términos de uso de energía y tiempo, es ineficiente para un sujeto. Y en el despilfarro entra en juego el emisor de los programas televisivos y el mercado en el cual está inserto; pues, para transmitir un programa de TV se debe estar dispuesto a destinar energía y tiempo en la transmisión de publicidad y otras cosas ajenas al contenido mismo del producto que se transmite. Sin la publicidad y otras basuras visuales que interrumpen lo que uno está viendo, los canales de TV no son viables económicamente.

Por otra parte, la falta de control personal en lo transmitido en la TV produce pérdida de tiempo personal – y energía para mantener el televisor en funcionamiento – en el llamado zapping. De este modo, no cabe duda que se aprovecha mejor el tiempo haciendo otra cosa, por ejemplo, leer o hacer deporte, donde el uso de la energía y tiempo invertido es mucho más eficaz y provechoso; y donde no hay que destinar parte del propio tiempo en transmisiones de publicidad y cosas por el estilo, negocio en el cual el televidente no gana nada.