Chile ayuda a Chile

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lunes, enero 09, 2006

CUENTO 2

PREGUNTA INOCENTE, RESPUESTA PROFUNDA

Un niño pequeño caminaba junto a su padre y a su madre por la orilla del mar. El mar se encontraba calmo y pequeñas olas de escasos centímetros se veían no muy adentro del mismo. El agua mojaba constantemente los pies de la familia, llegaba y se iba como suele hacerlo el mar en la orilla. El niño miraba aun a los pocos bañistas que quedaban chapoteando en el agua, aves que se sumergían escasos segundos para pescar y al sol que se ocultaba en el mar.

- Papá, ¿por qué el sol no salpica agua cuando entra al mar? – preguntó el niño.

A sus padres le hizo gracia la pregunta y se sonrieron.

- El sol no entra al mar, hijo.

- Pero si está entrando – insistió el niño – yo lo veo. Míralo. Está entrando.

El niño veía como el sol se escondía bajo el anaranjado cielo de la tarde en lo que era una hermosa puesta de sol. El niño efectivamente veía que el sol “se estaba metiendo al agua” sorprendido, ya que el notaba que cuando se tiraba al agua salpicaba agua, cuando sus padres se metían al mar, también salpicaban agua, toso lo que entraba al mar salpicaba un poquito de agua.

- Lo que pasa – explicó su papá – es que el sol entra bien despacito entonces por eso no salpica agua.

Dijo esto su padre para evitar dar una mayor explicación que el niño no entendería por su corta edad. Su madre se sonrió al ver la imaginación de su marido, y le tomó la mano con cariño. Pero ahí descubrirían ambos que tenían un hijo muy observador pese a su corta edad y al cual no le podían salir con cualquier cuento.

- ¿Y se queda ahí, en el agua hasta que amanece y sale? – preguntó el niño.

- Exactamente – dijo su madre – de baña toda la noche mientras la gente duerme.

- Entonces… – volvió a preguntar el niño, pensativo – ¿por qué no sale mojado?

Sus padres no pudieron evitar reír a carcajadas. Al pequeño no se le escapaba detalle. Ambos se sentían sorprendidos y orgullosos a la vez al escuchar a su hijo y darse cuenta de sus observaciones. Lo miraron con cariño, y la pareja se sintió más unida. El hombre acarició la cabeza de su pequeño hijo, y su madre dijo en ese mismo instante:

- Parece que el sol no se mete al agua... No siempre las cosas son lo que parecen ni siempre son como las vemos. Cuando seas más grande te explicaremos lo que pasa con el sol…

La respuesta estaba fuera del alcance de la comprensión del pequeño, pero fue lo único que supieron decirle. El niño pronto perdió interés y se concentró en una conchita que encontró en la arena la cual recogió y se puso a jugar. Y siguieron caminando junto al mar.

Fin.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El título recoge exactamente el bello y tierno contenido del relato. Felicitaciones