Chile ayuda a Chile

Chile ayuda a Chile

martes, mayo 09, 2006

CUANDO HABLAMOS DE LAS PERSONAS...


Muchas veces uno hace juicios y predicciones apresuradas respecto de las personas cuando uno las ve, ya sea por su estereotipo o por las actitudes que manifiesta. Cuando les vamos conociendo más y se nos han revelado más facetas de ellas, mayor puede ser la tentación a elaborar ficciones respecto a lo que puede pasar entre dos personas que se conocen. De ese modo decimos cosas como que “seguramente esos dos se van a llevar súper bien” o “ellos van a enganchar ‘al tiro’ (de inmediato) y se van a gustar”, y un largo etc. Para vínculos más incluyentes, abarcativos, y menos específicos, como lo es la amistad (en el sentido que se puede ser amigo de muchas personas diferentes), puede funcionar esta predicción (aunque no es seguro, pues siempre entran en juego otros factores sobre los cuales no me referiré aquí). No obstante, para relaciones más excluyentes como la relación de pareja (que es una relación basada en la exclusividad en tanto que sólo se tiene una sola pareja – al menos eso dentro de lo socialmente establecido y conforme a valores existentes en sociedades que se pueden denominar occidentales y judeo-cristianas – para con la cual tienes sólo para tal determinados sentimientos y disposición determinadas acciones) el intento de predicción se vuelve ineficaz.

Miremos en este sentido la relación de pareja. Siendo una relación basada en la exclusividad, un sentimiento mutuo del cual nadie más es partícipe, el vínculo se puede considerar entonces sumamente particular, haciendo difícil una explicación – y por ende, predicción - de su conformación. La lógica de la relación de pareja parece estar dada por la naturaleza de los actores que conforman dicho vínculo y la relación existente entre ellos y sus características particulares. Pero son muchas las variables que están en juego, y por ello resulta un poco pretenciosa dicha predicción. Recurro a la relación de pareja como fenómeno social para dar cuenta de una distinción que a mi parecer es importante y que, el no reconocerla, produce mucha confusión y resultados muy distintos respecto a los eventos esperados en una determinada situación. Y es que no es lo mismo una persona que un tipo de persona. La persona se puede entender como el sujeto individual con sus características y peculiaridades propias que le describen (que son siempre muchas y diversas) lo que hace imposible ajustarlo fielmente a un “tipo ideal” (en el sentido weberiano del término). Los tipos de personas son clasificaciones de los sujetos en función de una característica o un conjunto limitado de características – insuficientes como para describir completamente a un sujeto – que permite luego agruparlos con otros sujetos que reúnen esas características. Un ejemplo de esa agrupación son los prejuicios.

La cuestión es que se tiende a confundir a las personas concretas con las categorías de descripción y agrupación de las mismas. Eso lleva a pensar cosas como que es posible que dos personas formen una buena pareja y después ver que no pasó nada de eso. Al menos lo que me a tocado ver a mí es que son muy pocas las similitudes entre lo esperado y lo finalmente observado, y pienso que es por no considerar, en el análisis o en las perspectivas que se tiene de lo que pueda ocurrir, esta distinción entre la persona y los tipos de persona.

No hay comentarios.: