“Representantes del grupo militante palestino Hamas desestimaron comentarios realizados por el número dos de la red al-Qaeda, Ayman al- Zawahri, que instaban a que Hamas deseche los acuerdos de paz firmados entre la Autoridad Nacional Palestina (ANP) e Israel.” Con estas palabras comienza el artículo escrito en la página de internet http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_4776000/4776024.stm en donde se relata que el grupo gobernante de la ANP rechaza el mensaje de un líder de Al-qaeda instando a la violencia.

Por otro lado, el grupo Hamas ha llegado al gobierno, y esto tiene sus efectos en toda agrupación y coalición. Uno de los efectos que tiene sobre un grupo el gobernar una nación es la necesidad de moderar tanto su discurso y su acción. Esto ocurre con casi todos los que llegan al poder y tienen en sus cabezas algo de criterio. Y es que tienen que lidiar con una serie de problemas muy serios que no perdonarían ningún error. Uno, y el más importante, es la pobreza que sufre la nación Palestina. Sólo si logran superar – o la menos mejorar – esa situación, será viable una continuidad del grupo Hamas en el poder y luego, el resolver el problema político para pensar en luchas nacionalistas que tendrían como blanco a Israel, ya sea como enemigo o contraparte para la negociación; ello porque para esta clase de empresa se requiere un pueblo mejor consolidado que reconozca la legitimidad del régimen. Claro, el régimen es democrático, ganó en elección popular, pero aun queda el reto de lograr una legitimidad social, es decir, conectarle con el pueblo, y ello se logra si se consigue cierto grado de correspondencia entre la promesa que implica todo nuevo gobierno - se haya expresado esta de manera explícita en campaña como si no lo hubiese hecho -, y la realidad, los resultados que se consiguen finalmente, para así, la población palestina de el veredicto y evalúe si es esa la dirección que se requiere para superar sus problemas y conseguir sus metas. Asociado con lo anterior, el otro desafío que tiene Hamas es lograr legitimarse a nivel internacional en el plano de la política internacional. Esto quiere decir, ganarse la confianza de las potencias mundiales. Ello porque la nación palestina depende mucho de la ayuda económica internacional, que entrega la UE entre otros, y que eventualmente podría ser negada a los palestinos debido a la ascensión de Hamas al poder.
Dado lo anterior, Hamas no puede seguir con la lógica que tenía cuando era oposición. No puede seguir una estrategia extremista debido a que su posición concreta en el escenario político-social es otra. Las circunstancias asociadas a la acción y hecho de gobernar, por regla general, inclinan a quienes la viven a la moderación. Hamas no es la excepción. Habrá variables y situaciones que inclinen a los gobernantes a tomar decisiones más moderadas y también a reprimir un poco más la lengua evitando los discursos incendiarios, sobretodo en una situación tan delicada como en la que están los actuales gobernantes de la ANP que deben ganarse tanto la legitimidad social a nivel interno, es decir, el reconocimiento de gobernantes capaces de solucionar los problemas que tienen como sociedad así como la legitimidad política a nivel internacional, es decir, ser reconocidos como gobierno confiable con el cual se puede negociar seriamente sin esperar acciones violentas, ya que deben ganarse la confianza de las potencias mundiales que no pueden evitar verlos con recelo. Por último, a futuro seguramente la necesaria actitud moderada les traiga otro problema o desafío: el ser capaz de controlar y mantener a raya posibles brotes de oposición y grupos extremistas. Ello es factible si no logran solucionar sus problemas sociales internos de manera satisfactoria. Y si se quiere dar fin a ese constante foco de violencia, las potencias internacionales deben ayudar dejando de lado la lógica de inversión en consecución de intereses propios y haciendo esfuerzos reales por la superación de dicha situación. De lo contrario siempre se volverá a lo mismo.
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